Puede sonar inadecuado y utópico, pero creo que «el éxito» es alcanzado cuando uno se convierte en lo que quiere ser, en su aspiración personal, y ello conlleva todo un universo. Lo «adecuado» no lo dicta el momento, ni la moda, ni mucho menos una tendencia pasajera. Lo adecuado lo dictas tú, y para eso debes conocerte, quererte, y saber qué quieres.
Así, «vestirse para el éxito» se transforma en una metáfora de preparación para una meta. No hablamos de ropa, repito, ni de avanzar en algún ámbito de la vida. Hablamos de LA META.
Y entonces la pregunta del millón surge: ¿Cuál es la meta? ¿Qué – o quién – quiero ser? Bien, si tienes la suerte de saberlo, ya estás a mitad de camino. Si incluso puedes visualizarlo, tu mente está allí; y si tu cabeza está allí – dicen – el cuerpo le sigue.
A las mujeres nos enseñan, desde niñas, a desear ciertos estereotipos: queremos ser lindas, flacas, rubias, morochas, atléticas, con dinero, inteligentes, independientes, amas de casa, madres. Lo que sea.