Pero no todo está perdido!
Hay formas en que puedes aprovechar tu uniforme, llevarlo a una modista para que lo ajuste a tu cuerpo y desaparezca esa forma cuadrada espantosa que tienen la mayoría de las prendas genéricas.
Además del corte, es súper importante que preguntes si puedes usar prendas con las mismas características que consigas tu mismo (o si tu empleo te cobre el gasto, muchos mejor). A veces por no preguntar nos perdemos la oportunidad de estar más cómodos en el trabajo.
Por ejemplo, si tu uniforme es una camisa blanca y un pantalón negro, probablemente sólo te quedes con el que te den en tu trabajo. Pero también puede existir la posibilidad de variar el largo de las mangas (en lugar de corta o larga, tres cuartos o quizá manga china), y si no preguntamos nunca lo sabremos.